viernes, 23 de abril de 2010

LA PLAZUELA EL RECREO.

Esta tarde veo mi rostro en una gota de agua, que cruza lenta la travesía clariforme del cielo, para dilatar los segundos antes de sorprender al pavimento. Mientras camino en esta tarde somnolienta, que corre sin prisa por las calles de la ciudad, una razón levemente fría me sorprende en una esquina. En la plazuela, es aquí donde entablo conversación con un madero viejo, que da un paso fuera de una casa que se vistió de librería. Debo suponer que aquel madero cumple una función elemental. Aquel trozo seco de madera, sostiene la plazuela, con sus bancas, sus arboles viejos, a la gente que sabe dejar sus pasos y al loco de la agujetas grises. Esta es mi teoría, y no es una deducción sutil de las cosas, sino, más bien, es una interpretación de los tiempos. Veras, un ser, no define su estructura simplemente por cuan largos sean sus brazos, sino por la dificultad con que sus piernas entuman el piso.

lunes, 19 de abril de 2010

Tengo miedo...

Tengo miedo
A los cementerios
Al pan
Cuando camino
Y al sueño
Que asoma las garras
Temprano.

Tengo miedo de mí
Al musgo
Que garúa hoy
Al queso
Y a la madre res.

Tengo miedo y humedezco
Detrás de mí
Lejos
Contado las cifras
De un calendario
Sin tiempo.

domingo, 18 de abril de 2010

Daguerrotipo de un Hielo.

I

Atravesó su propia voz
Y el eco infundado
De un verbo de ultratumba
Un martes
Veintiocho de noviembre de 1987.

II

Impulsó la teoría
Del síndrome de la nostalgia
Basado en
Las lagrimas de un lirio
Y en el recuerdo casi olvidado
De una gripe fugaz.

III

Vive a mil leguas
Corriendo lo más lejos posible
Del mar.

IV

Enloqueció
Por no atarse las agujetas
Como debía.

V

Y murió.

sábado, 17 de abril de 2010

POEsia...

Escribir poesia es casi
como escribir lo que la
gente sueña.... hay quienes
velan el sueño de un arbol
aferrados a su margen
hay tmb
una mosca de esquina
mirandome el vacio...

viernes, 16 de abril de 2010

En cuestiones....

En cuestiones de arrullar una pena, debo confesar que tiemblo. Siempre oculto el lado impreciso de la moneda, en el bolsillo izquierdo para cuando el tiempo oscurezca a media mañana. A pesar de la monstruosidad con la que arremete una gota de lluvia en los más días claros, siempre le rezo a la forma de mis zapatos. Nunca olvido que provengo de una mancha de carbón, oxigeno gris que frecuenta la ceniza. Veraz, un día quise encontrarme conmigo mismo, y no fue posible, mientras otra noche me fue posible hablar con mi voz. Siempre preveo una razón para cada cosa, y evito rozar los objetos que no den a luz...

martes, 13 de abril de 2010

Marioneta.

Arrastra
Lánguidamente su piel
Verso a verso,
Cuadrúpedo
De sentido abstracto
Verde
Como moho de alcantarilla
Saluda
Besa
Y extiende sus dedos
Cancerigenos
Para levantar vuelo.

sábado, 10 de abril de 2010

Una foto vieja...

La pulsera....

que atrasa...

Que atrasa
El reloj atrasa
Atrasa y tiembla.
Que mis botas mojan
Se mojan y rezan
Rezan y regresan.
Que todo
Desliza el viento
Y el viento aleja.
Que soy poeta
Marioneta
Poeta bicicleta.
Que canto
Para no llorar
Y para llorar canto.
Que soy yo
Soy a lo que voy
Que voy, a que voy.
Que vivo feliz
Feliz como lombriz
Como raíz color lombriz.

martes, 6 de abril de 2010

Mis ANTEOJOS.

Dos partes más me complementan
Uno de cada lado,
Corrigiendo el tiempo
Y atándome los zapatos.
Ahora dependo de un instrumento de encaje
A la hora de cruzar la pista.
Ahora puedo distinguir mejor a mi vecina.
Ruedo mejor
Y quizás, hasta pueda distinguir una escalera.

lunes, 5 de abril de 2010

Dilataciones...

Hay tardes que son a partir de un candelabro. Hay señoras viejas que no saben volar. Hay un gato, mi gato, al que nunca le supe poner nombre. Hay un vacío en mi, producto del pez lunar que habita en mis entrañas. Hay caminos que se dilatan, contando el número de pasos de un ciempiés. Hay abrazos tiernos que no terminar de empezar. Hay contados momentos que vale la pena recordar. Hay un sueño que se empezó a escribir. Hay un sentimiento que no supo cerrar los ojos. Hay casas y casas, unas ordenadas alfabéticamente y otras solo numeradas. Hay alguien que cobijo a lo lejos. Hay palabras de callejón que se hicieron verso. Hay un destinto que remoja sus tentáculos en tinta. Hay una esperanza para mí. Hay una lágrima que aprendió a remar sobre la noche oscura. Hay una tristeza que sé, nunca terminara.

domingo, 4 de abril de 2010

Carolina (fragmento)

Le arrancaron los ojos apenas despertó. Le sujetaron de lejos las extremidades para que no fueran nunca más suyas. Le llenaron el corazón de aserrín. Y antes de meterla a su cajón, la perfumaron para que estuviera más presentable. Su casa quedo tal cual, sin ningún rastro de sangre en algún cuadro de la pared, ni nada que delatara el penoso hecho de sangre que aconteció hace solo unos minutos. La taza de té aun tibia sobre la mesita de la sala, crispaba por momentos un argumento que otros ojos humanos de seguro no sabrían como traducir.
No estuve aquí, es cierto, pero sus ojos laten fuertemente en mi pecho despertando en mí gran pena, por que la conocí y nadie podrá negar que me quería y yo a ella. Ahora estoy sentado bajo la ventana de su habitación, viendo como llueve a chorros gotas pequeñísimas que se escurren del cielo para poco a poco inundar el pavimento. Un vacío muy hondo arremete contra mi, y me hace llorar, mientras todo en la casa gira rápidamente, las paredes, el reloj, las sabanas sorprendidas de un imaginario rojo violento, todo. Quisiera devolverle el corazón, y unirle sus bracitos y sus piernas, para verla sonreír una vez más, para hacerla regresar. La quería de verdad, y ahora la extraño como a nadie. Ahora de verdad entiendo como funciona el corazón de un caballito de mar, por que no hay mejor verdad que la que se repite una y otra vez.
Toda ella esta en el baño, dentro una caja de cartón, reposada y acompañada de un sonido que me aturde, y me arroja al centro de la calle. Voy hacia ella, para verla por última vez antes de darle cristiana sepultura en el único lugar decente que se me ocurre, el patio trasero. Abro la caja, y ella sigue allí, desnuda y tan complaciente como siempre fue conmigo. La abrazo por última vez sobre el cartón para llevarla fuera, y aunque no me crean, con ella en los brazos siento lentamente como se me agrieta el corazón, como si un punto infinito extendiera sus ramas dentro de mí para derramar las entrañas de mis entrañas.
Creo que no será necesario hacer un hoyo muy profundo, con un metro bastara. La lluvia me acompaña en este doloroso trabajo de cavar, mientras ella me espera seca, junto a la puerta, donde no le da la lluvia. Tengo la ropa llena de lodo y un olor a arrepentimiento que me paraliza los sentidos. Supongo que esta sensación, se debe al remordimiento de haber hecho lo que hice, pero no, yo no lo hice, yo no fui. Yo la quería demasiado, pero nunca entendí por que su repentino desamor la llevo a acostarse con Paúl Giere, el joven asistente de gerencia, de la empresa donde trabajaba. Fue solo una semana de problemas y separaciones, productos según decía de mis constantes celos, que a decir verdad, siempre creí que fue la única excusa que pudo utilizar para hacer lo que le viniera en gana.