domingo, 2 de mayo de 2010

La Capilla...

Casi siempre tengo contados los segundos para llegar temprano a la universidad. Mi rutina empieza algo así: me levanto más o menos a las 5: 45 de la mañana, tomo un baño rápido, me cambio, y tomo un vaso de lo que me pongan en la mesa, aunque prefiero el jugo de naranja, es delicioso. Salgo presuroso, tomo la combi que me lleva hasta a la av. América. Hasta allí, no hay ningún problema. Lo que pasa es que para llegar a la universidad tengo que tomar un micro, y este micro es una tortuga sideral, que se alimenta consecutivamente de sardinas hasta reventar, y esas sardinas somos todos. El micro viaja estirando las patas unos días más lentos que otros, mientras el cobrador se disfraza de puerta para no dejar que las sardinas salgan volando de la gran panza de la tortuga y se vayan sin pagar la travesía. Para colmo, hay algo más. En esta panza, acostumbran viajar espíritus chocarreros que confunden cualquier bolsillo, con los suyos. Por eso, ahora tengo más cuidado, por que para experiencias solo basta una, hablo a nombre de mi ipod. Creo que me desvíe un poco de lo que quería contar, bueno, en realidad ese es mi trayecto diario por las mañanas, de lunes a viernes. Sin embargo, siempre hay excepciones. Ayer por ejemplo, me hice tarde y no se me ocurrió mejor cosa, que bajarme de la combi mucho antes de donde acostumbro, para cortar camino hacia la av. América. En ese trayecto hay una iglesia y nunca me fije que al costado, allí nada mas, hay una pequeña capilla, muy linda por cierto. Cuando la vi, sentí algo aquí dentro. Como una necesidad azul de darle gracias a dios por la cosas buenas que me pasan, y sobre todo de pedirle por las personas que quiero, de pedirle también por ti. Es algo que haré de hoy en adelante. Procurare levantarme temprano, para ir hasta esa capilla y rezar aunque fuese un par de minutos, antes de embarcarme en la gran tortuga sideral.

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