jueves, 30 de septiembre de 2010

CRUZANDO LA CALLE


Voy por la calle, meditando acerca de cuantos pasos por segundo doy. Cruzo la calle y el viento temeroso, avanza hacia mí, hacia mis costados y hacia mí, y se va. Mientras avanzo, los latidos que me parten el pecho me dicen en sumas, que no. Aquí llueve y bajo el cielo también; las partes más frágiles del tiempo son de cartón. Esa humedad me sacude la piel y me hace avanzar hacia la calle más próxima. Mientras las nubes me abrazan indefinidamente, una casa se parte en dos y yo avanzo, apresurando mis pasos sobre el pavimento. Sin proponérmelo, llegue a ser verde y el verde de mis labios hizo aparecer un árbol, muchos árboles, decorando en un principio la esquina. Quiero seguir, el tiempo es frío y mi tranquilidad se quiebra después de haber acurrucado tantas gotas, pero la melodía que produce puede más. Quiero ser más que un trozo de carbón, una sonata, un acordeón. Así como la luna que guía la tarde, un niño me ve, sacudiendo de sus bolsillos una verdad infantil (…).

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