miércoles, 14 de octubre de 2009

historias de la selva

Suena una canción muy triste en un espacio muy pequeño, que se aleja, que se aleja. Hay un momento que ya no se escribe, que solo suena en mis oídos. Una manzana que cae del árbol mas alto se impregna en el piso, toda roja, salpicando las agallas de un niño pez. Esta vez, no hay pasos que sobren en la mesa, ni manteles que ensuciar, si se escucha la música que se aleja.
Nadie vive en la luna, sin caer de ella. Vengo de un lugar verde, de unas hojas que viven en la selva, y a esto se suma un rió de cabellos rubios, con voz de perro. Allí la gente cuenta historias de niños, que corrieron a esconderse una noche, y ya nadie mas supo de ellos. Por eso digo yo, que el miedo se esconde debajo de los pies.
En un encuentro con un auto que viene a veinte mil espacios que avanzan, no supe que decir, solo atine a escuchar la canción que se aleja, en un espacio muy pequeño.
Y esto es triste, imagina al niño pez muriendo con el cuerpecito morado, y con una ultima lágrima escurriéndole de la cara, tirado sobre un montón de hojas secas. Murió infectado con el jugo de una manzana que antes fue tocada por manos de todos los colores. No hay una oración, para el, ya que nunca se escribió de sus aletas o de su escurridiza piel.
Por eso es que he aprendido a contar palabras que se enredan en un agujero, junto a mí. Y si por si no fuera poco, las escribo. Y si me escuchas, a dios gracias.

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