domingo, 14 de febrero de 2010

Causas de Alambre.

Una de las cosas que me hacen feliz, sin duda, es la lluvia. Hace tres días que llueve en Trujillo sin parar, como nunca antes había sucedido, al menos no que yo lo recuerde.
Esta mañana me levante temprano para ir al trabajo, como de costumbre. Tome un taxi y me baje más o menos diez cuadras antes del trabajo, solo para darme el gusto de caminar bajo la lluvia. Compre el desayuno en una esquina, avena con tres panes, dos con atún y uno con aceitunas, para llevar por supuesto. Tan solo había caminado cuatro cuadras, y ya me había empapado por completo, como un pollito mojado o como una razón propia de un corazón incapaz de razonar más allá del dolor.
Avanzaba un poco más por la avenida España, con tanta naturalidad, mientras la gente corría y se cubría de una esquina otra, con paraguas y chompas. Yo solo caminaba feliz de que la lluvia se enredara en mí, para encontrarme y reconocer una palabra que se esconde en mi memoria.
La calle era una sola, y las pistas ya se miraban con la acera. En el trance de cruzar la calle, mis pies se hundían hasta los tobillos en el agua que caía de arriba, para no morir, para seguir corriendo.

Solo un detalle regresa de las causas de alambre, para regresar un día próximo, un día que aun espero.

No hay comentarios: