domingo, 22 de noviembre de 2009

EL LOCO

En la bulliciosa ciudad en la que acostumbro descansar, un loco mira sin prisa que desde algún lugar del cielo, llueva también sin prisa, un pedazo de pan. Un trozo de miseria, en su rinconcito de cartón, bajo la lluvia y la ceniza que aparecen después de haberse manchado el pantalón. Recorre calles, sonriendo al mínimo sonido que produce las consonantes latas en las que guarda sus reservas de alimento. Yo lo pude haber conocido, pudo haberse llamado Juan o Pedro. Antes de ser lo que somos, fuimos otros, y quien sabe, él pudo haber sido músico de acordeón. La tierra se le ha juntado con los ojos, es como un sujeto propio de extraños, ya parece que ninguna mano pudiera rescatarlo de sus piojos y su otra piel, la que se le ha pegado a manera de sonidos sin espacio. Si te fijas bien, el ojo derecho ya casi se le cierra y las manos invadidas por sus uñas, fingieron de sus enemigas. Esta tarde lo vi, estaba sentado junto a un árbol, sonriendo por alguna razón que solo el sabe, así, ya ni siquiera se le puede conocer desde su humedad. Ni un pedazo de tiempo, colgado de ese mismo árbol, puede dar señales de quien pudo ser. Yo creo que algunas veces sueña con escapar de si mismo, despertar y alistarse para ir al trabajo. Si alguna vez, ya no esta, espero que dios lo guarde en su gloria.

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