domingo, 24 de octubre de 2010

CRUZANDO LA CALLE


A media calle los misterios se desatan. A media calle las palabras crujen, y muy cerquita mío, desde la noche, un destello hace que se me desprendan los ojos. La noche transcurre sencillita, como es ella, sujetándome la razón. El callejón luce empedrado, reflejando el brillo de la luna que acompaña a mis pasos, y a mis sonidos casi huecos. Mi pasado también me acompaña, y aletargado sonríe, con cada unos de los pasos que llego a dar. Voy a duras penas cruzando el trecho, cruzando lo que resta del callejón. La ventanas roídas por las polillas me saludan haciéndome reverencia, como saludando a una criatura que esta a un latido de desvanecerse. Las paredes mohínas del callejón tampoco me son ajenas, por que tambalean, mientras la garganta que tengo bajo el nudo, se ajusta cada vez más, por que el misterio de la noche no sabe como callar. Me tiende la mano la brisa, tibia, muy tibia, sobre un risco de paz. Voy hasta el final del camino, tambaleando y ahora sangrando de felicidad, por que sé, me espera un último sonido muy cercano a la paz.

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