sábado, 23 de octubre de 2010

PINTANDO ALGUN PAISAJE


Cierro los ojos y observo dentro de mi algún indicio de luz, de crepitación translucida. Tomo un poco de aire, sumergiéndome en un torrente de ideas que idealicen las líneas que pueda parir un sentimiento, ajeno a mí y a mis ojos. Empiezo a trazar líneas finas que apenas y rocen el marco, a influenciar el blanco con una traza de color gris. Imagino la felicidad cabalgando sobre el mar, una tarde de quimeras, que sostengan el invierno de un octubre como hoy y a la luna bien al fondo, con su corona de espinas y su razón de princesa alada. Las líneas ya están fijan y sostienen mi imagen, es momento de precipitar cierta cantidad de versos sobre el papel. El mar es azul, como las cosas claras, y el cielo es su anverso, una mancha que deja arrastrar las nubes. La felicidad es un cuadrúpedo exacto, que tiene el movimiento preciso para dar el paso. El resto de detalles que alimentan mi pincel, vendrían a ser las cosas que en algún momento dije, como el pasado y el presente, imágenes perennes. Cuando solo falta un detalle para terminar, vuelvo seguidamente a cerrar los ojos, y a esperar que un silencio de llene de sonidos el pecho. La pintura esta casi lista, un cordón e ira a decorar la pared.

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