viernes, 29 de enero de 2010

El reloj, mi casa y la prima

Esta, era una tienda de relojes en el centro de la ciudad. Yo recurría a ella cada vez que el mío sufría una suerte de paro cardiaco, que no era más que un desperfecto de nacimiento (desde que fue mío). Apenas sufría uno, iba corriendo con los pies descalzos para ensordecer un pedacito del tiempo mientras llegaba al centro de la ciudad. Algunos creen que estoy loco, pero no, el loco es Lucas.
Mi casa está un poco lejos, bien al fondo, cerca a la esquina, donde voltea mi perro. Vivo solo porque ya no soporto el ruido de las canciones, en especial las de cumbia, a lo mucho escucho el sonido de mi reloj tic tac, sobre todo en los días en que tan seguro de si mismo, me dice que hora es cuando mi panza empieza a hacer sonar una que otra canción, algunas de amor, otras de hambre.
Tengo poca familia, o que me recuerden ninguna. Todos se han olvidado de mi por solo saber en detalle la teoría de la relatividad de los colores que conjugan con el violeta, es raro eso, por que solo explica de donde viene el hombre y de donde le nace el deseo de aparearse. Aunque si hay alguien que recuerdo con gusto y placer, es a la prima fabianita…

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