domingo, 31 de enero de 2010

Diario diez

Si hay algo en lo que creo, es en los sueños. Puedes estar cayéndote a pedazos, sufriendo mil penas, escuchando la música más triste. Pero mientras tengas un sueño, mientras desees algo con el corazón, tendrás un motivo para seguir en este camino, que muchas veces se hace muy difícil.
Me he caído muchas veces, y todas han sido muy difíciles para mí. Sin embargo recuerdo un tiempo en donde todas las cosas más malas que pudieron sucederme se juntaron. Fue un mes muy difícil, hace un año u dos, ya no recuerdo muy bien, y es mejor así. No recordar con detalles los momentos que lastiman, para no abrir heridas que lo más probable no cierren aun.
Para empezar mi mala racha por decirlo así, me quede sin trabajo después de dejar el empleo de caminante infinito, de los que caminan ofreciendo algo. Lo deje por que ya no cubría mis expectativas, ni siquiera mis gastos más esenciales. Luego de eso ¡buff! como por arte de magia, un hombre desempleado y sin ingresos. Luego, mi abuela enfermo, tuvieron que operarla de un momento a otro, por una complicación de un operación anterior. Esa noche mí tía fue a mi casa, creo que eran las doce de la madrugada, toco la puerta bajito para no despertar a mi mama. Como tengo el sueño ligero, apenas escuche el sonido de la puerta me levante de mi cama y abrí la puerta. Preocupada me lo contó todo, y me pidió llorando que fuera al hospital a verla, para ayudarle a pagar los gastos que fueran necesarios, cosa que acepte, por que se trataba de mi abuela, la mujer que me crió de niño, a la que considero como a mi madre. Me cambie, tome un taxi y fui directo al hospital. Prácticamente, me perdí dentro del hospital, aunque preguntando llegue a dar a la media hora, a la sala donde tenían a mi abuela, la estaban operando en ese momento. El medico me dio una receta, y no me quedo mas que pagar los 140 soles que costaba todo, lo que fue el principio de un gasto mucho mayor. Esa noche dormí allí, en una banca abrazado de un frió intenso.
Por esos días tuve una mala noticia. Del hospital fui a una agencia donde había conseguido un beneficio a manera de media beca, para un programa de estudios, fuera. Había ahorrado dinero haciendo prácticamente magia (dobleteando= dos trabajos) precisamente para ese programa, que me daría una oportunidad para demostrar de lo que puedo ser capaz. Pero no paso, cuando llegue la señorita secretaria me dijo toda sonriente que no podrían darme ese beneficio, y que si deseaba el programa tendría que costearlo de manera total, cosa que era imposible para mi por que lo que tenia ahorrado apenas y era la mitad de lo que tendría que pagar inicialmente ( con el beneficio). Fue una desilusión muy grande. Salí de allí derrotado, como un soldado que perdía una batalla sin haber sido participe de la guerra. Regresaba a casa después de eso, en la combi de costumbre, la B amarilla con blanco, y me paso algo para cerrar el día, saque mi billetera en la combi, para ver no se que cosa y se me cayo! Perdí mi billetera con mis documentos, la tarjeta de crédito, la de ahorros, y cincuenta soles. Ese círculo de maldiciones se cierra acompañado de los últimos días de una relación con alguien a quien quise mucho y a quien le deseo lo mejor siempre.
Aunque tenga los peores recuerdos de esos días, me aferre a lo único que me quedaban, mis sueños. Mis ganas de creer en que todo mejorara en algún momento y vale escribir con letras negritas, lo que una amiga me dijo un día, se aprende a vivir de las cosas difíciles, mas no de la fáciles.

1 comentario:

Silvani Reyes-Vassallo dijo...

La vida real supera a la ficcion.