lunes, 11 de enero de 2010

ENCANTADOR DE PALABRAS

Son las cuatro con cincuenta y seis de la tarde, y esa pequeña parte del espacio se junta con el temor de no saber por que una hoja cae al suelo, depositándose en contados segundos sobre una razón casi justa. Infatigablemente he visto esa imagen, dieciséis veces con las manos juntas. Pienso en esa pequeña maldad, recostada de tu misma manera, calle asfaltada. La avenida España muy justa, me ve pasar todos los días sintiendo que el corazón ya le queda muy grande. Es cierto, ya no regrese al mar, y aun por ahora he logrado esconderle mis ojos de su agua salada. Siendo un encantador de palabras, muchas veces enmudezco, refinadamente silencioso, queriendo encontrar el punto exacto donde una imagen se quiebra. ¿Ves como se encuentra conmigo?, si supieras de cuantos latidos ajenos e salido, renunciarías a tus manos para juntarme con las mías, que han aprendido a volar muy lejos. No quisiera pero aun salgo huyendo del sonidos junto a sus voces, multiplicado por cientos, (me perturba). Soy un encantador de palabras que aun no sabe hasta donde su camino esta escrito, lo que si es seguro, es que detrás de mi casa una vertiginosa montaña a sabido olvidar por donde estuvo escrito su cauce.

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