martes, 26 de enero de 2010

Un dia despues de aquel ultimo adios..

Trujillo 22 de enero del 2010, buenos dias.

Apenas despertó fijo su mirada en el techo y no encontró ningún motivo para permanecer allí, con el corazón estropeado, como ayer, como de costumbre. Tomo su mochila y la lleno con algo de ropa, solo lo necesario.
Estaba aún con la cabeza enreda por cientos de palabras entrecruzadas y marchitas, recordando que pudo haber muerto la noche anterior, porque con la seguridad de un sabio fijada en la frente, había tomado la decisión de morir. Hubiera muerto la noche anterior, sino fuera porque al momento de tirarse frente al camión (tuvo la precaución de que fuera un camión, para no darle segundas oportunidades al destino), recordó una promesa, la promesa de que sería alguien importante.
Salió de casa con unas comverse como de costumbre, un pantalón negro, una polera con capucha y una gorrita gris (la misma que muchos le dijeron que estaba linda). Paró un taxi, haciendo la señal de costumbre y cuando el taxista le pregunto a donde iba, lo pensó un segundo y luego respondió: al aeropuerto (aunque lo cierto, es que no sabía exactamente a donde es que iría). Estando ya allí, en el aeropuerto, pensó en tomar el primer vuelo que saliera, y así es como fue. Se acerco al mostrador y le pidió a la chica que atendía un boleto a Cajamarca, ella lo miro sonriente y le pidió su nombre, Sebastián Walh, le respondió. Ella lo miro fijamente (aunque el creyó que lo hacía porque era miope), mientras le preguntaba para que hora deseaba su boleto y cuando regresaría. El sin duda no se quedaría por mucho tiempo, era viernes 22 de enero aquel día, así es que le dijo que se quedaría dos días, y regresaría el domingo por la mañana. Aun sonriendo, le entrego su boleto y le dijo que se llamaba Liliana, que le deseaba buen viaje y que espera verlo a su regreso…
Sin duda le ayudo mucho estar dos días fuera de Trujillo, sin embargo, no se percato que aun era viernes (tenia que ir al trabajo), lo bueno fue que ya estaba muy lejos para ir a trabajar. Se divirtió mucho caminando de un lugar otro yendo a Porcón, al Santa Apolonia, a las iglesias, y sobre todo a los Frailones, ese bosque de piedras que pareciera que rozara en cielo. Lo único malo fue que olvido la cámara junto a su cama, un despiste, que al percatarse no le importo mucho. Lo único que valía la pena en ese momento, era estar allí lejos de todo, inmerso en un espacio que distaba mucho del suyo. La gente que conoció merece un espacio propio en otras líneas.
Cuando regreso a Trujillo desde luego tuvo la suerte de volver a ver a linda Liliana, e intercambiar más que unas simples sonrisas. Pareciera que esto será mas que una historia de Sebastian, eso solo el tiempo lo dirá…

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